THIAGO DEZAN

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Tuvimos la oportunidad de hablar con Thiago Dezan con motivo del lanzamiento de su primer libro. El fotógrafo nació en Cuiabá, en el corazón de Brasil y viajó extensamente por esta tierra inmensamente desconectada que llamamos América. Me refiero a todas las Américas, de norte a sur, de donde Dezan parece haber extraído una narrativa común sobre la lucha del continente por la vida y la justicia.

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Todos los derechos reservados ©Thiago Dezan

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Cuando escucho ese sonido de trompeta

RL: Eres uno de los fundadores de Mídia NINJA, un colectivo audiovisual guerrillero que se hizo muy influyente durante las protestas de 2013 en Brasil. Después de eso, pasó años viajando como autónomo fotografiando y filmando a medios como AJ +, The Intercept y The New York Times. Actualmente trabajas para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Cómo la experiencia de trabajar constantemente cerca de situaciones de conflicto formó su visión del mundo?

TD: Las historias que siento la necesidad de documentar son las que causan incomodidad, las cosas que veo y siento la necesidad de llamar la atención a las demás personas. Para que eso suceda, siempre he tratado de ponerme en situaciones que brinden ese tipo de contexto. Es doloroso pero también edificante estar en contacto con personas y organizaciones que luchan constantemente por la justicia, por su vida, por la conservación de su cultura y por cruzar las barreras y la violencia que se les impone. Esto te hace más maduro como ser humano y te ayuda a comprender la sociedad a mayor escala. Este lugar, nuestro continente (las Américas), tiene raíces muy similares a nuestros problemas sociales, independientemente de la nacionalidad.

RL: Este libro parece ser un punto de inflexión donde su experiencia periodística y documental se reduce a una visión más personal y poética, aunque distópica, de nuestra realidad actual. ¿Cómo ves esta transformación?

TD: Tenía dieciséis años cuando hice mi primer taller de realización cinematográfica. Desde ese momento, la creación de imágenes infundidas de significado se convirtió en mi forma de interactuar con el mundo que me rodeaba. La búsqueda de la documentación de historias que están fuera del discurso de la corriente principal me vino de forma natural. Con el tiempo, este deseo de encontrar y contar historias se convirtió en una investigación más compleja. En el aspecto técnico, Mídia NINJA es un ejemplo de cómo desarrollar herramientas para crear contenidos audiovisuales en directo. En el lado narrativo, experimenté con diferentes formas de presentar una historia, ya sea de manera periodística, como un documental, un editorial fotográfico, un zine o este libro. 'When I Hear That Trumpet Sound' es parte de un esfuerzo por contar una historia de una manera más libre y sensorial, explicando menos y dando cabida a diferentes interpretaciones y sentimientos.

Este lugar, nuestro continente, tiene raíces muy similares a nuestros problemas sociales, independientemente de la nacionalidad

RL: Parte de las fotos del libro fueron tomadas durante asignaciones periodísticas. Una de las imágenes incluso se publicó en The Washington Post. Otros se hicieron en paralelo, por instinto más que por comisión. ¿Cómo funciona esa simbiosis en tu práctica fotográfica?

TD: Terminé desarrollando la metodología de trabajo que me lleva a situaciones que me gustaría documentar. Por supuesto, esto no es posible el 100% del tiempo, pero puede equilibrar esas cosas. Trabajar en una organización de derechos humanos como yo ahora me permite tener acceso a casos de violaciones en toda América Latina. Luego produzco registros visuales que respaldarán legalmente la defensa de las víctimas y las acciones de la institución para la que trabajo, pero la oportunidad también me permite fotografiar de manera más personal. Sé que cada situación con la que me encuentro es parte de un proceso sistemático más amplio de violación de los derechos humanos y trato de componer estas diferentes historias en una narrativa más amplia sobre la condición del continente.

RL: El libro presenta una visión más amplia de América Latina. Hay imágenes de varios países pero no hay indicios de dónde se tomaron esas fotos, acercando lugares lejanos en un solo hilo narrativo. ¿Cómo describirías esa narrativa?

TD: Cuando estábamos editando el libro solíamos bromear diciendo que era una canción de protesta. Más que imaginarse la vida de una sola persona o de un grupo de personas, el proceso editorial fue una forma de buscar las cosas que unen nuestros dolores y nuestras luchas. Por lo tanto, los fragmentos narrativos, cada foto en sí, construye la historia de este “personaje principal” que no tiene un rostro específico, que no está en un solo lugar, todo lo contrario, este personaje es omnipresente en nuestra región. de no indicar la ubicación de cada foto fue precisamente para reafirmar que buscamos retratar la humanidad de nuestro momento histórico (o falta de él) y cómo eso traspasa los límites geográficos que tienden a separarnos.

Cuando estábamos editando el libro solíamos bromear diciendo que era una canción de protesta

RL: ¿Puedes contarnos un poco más sobre el proceso editorial del libro? ¿Hubo muchos cambios desde el proyecto original? ¿Cómo influyeron otros fotógrafos en el resultado final?

TD: Pasamos mucho tiempo editando, las fotos anteriores del proyecto son de 2016. Tenía esta idea en mente, pero fue difícil transformarla en un proyecto más sólido por mí mismo. Cuando conocí a Vitor Casemiro y Gui Galembeck fueron capaces de entender la narrativa y fueron fundamentales para hacer realidad el proyecto. Entre otras cosas, me ayudaron a dejar de lado las fotos que se desvían del eje central de la narrativa, fue increíble tener más gente colaborando para construir el proyecto e involucrándose, desarrollando la historia en algo más cohesionado e impactante. Hicimos algunos maniquíes y probamos posibilidades hasta el agotamiento. La clave fue tomarse el tiempo y repensarlo una y otra vez. Con el tiempo el libro fue cambiando muy poco, una foto u otra, hasta que llegamos a un punto en el que no quedaba nada más que hacer que publicarlo.

RL: El libro se imprimió en un risógrafo, una técnica muy particular. ¿Cómo se tomó esa decisión? ¿Cuánto estuvo involucrado en los aspectos gráficos del libro?

TD: El libro es todo en blanco y negro y la mayoría de las imágenes son oscuras, granuladas y ruidosas. Risograph es casi como un paso más en la postproducción de estas fotos porque crea una textura peculiar que realza su lenguaje. Casemiro fue el editor principal y tuvo esta idea junto a la diseñadora Bianca Buteikis y ellos desarrollaron este monolito negro que es el libro. Creo que todo eso tiene sentido con la narrativa del libro que habla sobre la muerte, la opresión y la resiliencia.

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